La jota es uno de los dances populares con mayor presencia en toda España.
Numerosas regiones del país tienen su propia versión de esta expresión artística, pero, sin duda, la jota aragonesa es la más conocida de ellas.
Como ocurre con otras tantas formas de arte similares, los orígenes de la jota son inciertos y su presencia forma parte de la más pura tradición popular, asociada a las calles, plazas y campos de Aragón, donde sus coplas se transmitían oralmente y sus bailes se aprendían por imitación.
Esto es así hasta bien entrado el siglo XIX, cuando la jota aragonesa comienza a profesionalizarse y aparecen los primeros estudiosos como Santiago Lapuente, que indaga en sus orígenes recuperando y recopilando cantes y bailes tradicionales. Así, a finales de siglo ya aparece el primer cancionero oficial, la Recopilación Lapuente-Sola, fruto de un evento celebrado en 1894 en el Hotel Inglés de Madrid y que tuvo por nombre La Fiesta de la Jota.
A mediados del siglo XIX comienzan también a destacar determinados cantadores que se convertirán en los mejores embajadores de la jota aragonesa. El primero de ellos es el Tío Chindribú, que actúa en Épila desde 1840. A este le siguen figuras como el Royo del Rabal o el Tuerto de las Tenerías y, ya entrado el siglo XX, Manuel Asso, Cecilio Navarro, José Oto o el Pastor de Andorra, que popularizó la famosa jota Palomica.
Si bien existen diferentes variaciones en función de la zona geográfica que se trate, la jota, tradicionalmente, está interpretada por una rondalla, uno o varios cantadores y un cuerpo de baile. La rondalla está compuesta por instrumentos de cuerda pulsada como la guitarra, el laúd o la bandurria acompañados de castañuelas, palos u otros elementos similares.
Su estructura se divide en tres partes. El inicio es un preludio instrumental durante el cual los bailadores se mantienen estáticos o realizando pequeños movimientos de espera. A continuación comienza un canto solemne acompañado de una instrumentación lenta y un baile acorde con el tono. En la última parte o “despedida”, el ritmo y el baile se aceleran hasta cerrar la composición.
La temática de las coplas en la jota aragonesa suele estar ligada a la tradición y al folclore. Las letras constituyen cantos a la persona amada, plegarias a la Virgen del Pilar o deseos de abundancia en las cosechas o en las lluvias. En raras ocasiones, estas pueden incluir notas de denuncia social. El tono, por lo general es sentencioso e irónico. En este sentido, existe una variante de jota llamada “de picadillo” cuyo afán es principalmente burlesco.
Hoy en día, la jota es una de las mayores expresiones folclóricas de Aragón y Zaragoza.
Su presencia se vuelve indispensable durante las Fiestas del Pilar, donde pueden verse numerosas actuaciones callejeras o disfrutar del Certamen Oficial de Jota Aragonesa, que forma parte de la programación de las fiestas desde 1894.
Así, mientras su candidatura a Bien de Patrimonio Cultural Internacional gana puntos año tras año, surgen instituciones como la Academia de las Artes del Folclore y la Jota Aragonesa o artistas de la talla de Carmen París, que fusiona los estándares joteros con los de otras músicas populares.
La jota aragonesa es, en esencia, la banda sonora de las Fiestas del Pilar y una expresión artística local que nadie puede dejar de vivir en su paso por Zaragoza o Aragón.